viernes, 25 de junio de 2021

LOS JUEGOS PERVERSOS DE MI AMO - HACERLO EN LA OFICINA


Hace sólo unos meses, mi Amo y como sabéis jefe, ordenó que pusieran mi mesa frente a la de él en el despacho. Dijo que me quería tener cerca y verme cuando trabajaba. Pero en realidad lo que quería era tenerme cerca para que pudiéramos jugar más libremente en las horas de oficina. Uno de sus juegos favoritos cuando estamos solos en el despacho es el siguiente. Con la puerta cerrada y el pestillo puesto, por supuesto, me ordena que quiere ver mis tetas, así que me desabrocho la blusa, aparto el sujetador y le enseño mis tetas desnudas. 
— Tócatelas, sóbatelas para mí — me ordena. 
Y por supuesto, como buena sumisa que soy, yo lo hago. Sobo mis tetas, las acaricio, pellizco mis pezones y es entonces cuando va un poco más allá y me ordena: 
— Ponte unas pinzas de papeles en los pezones, putita. 

No sabéis como duelen así, que a pesar de que lo hago, me pongo una, y luego la otra, no las aguanto mucho tiempo la verdad, es algo tan doloroso, que empiezo casi a hiperventilar y mi Amo deja que me las quite. Cuando lo hago, el dolor perdura en mis pezones durante un rato. Vuelvo a acariciar y sobar mis tetas y entonces mi Amo me ordena que vuelva a mi trabajo. 
Lo hago, pero sigo sintiendo su mirada y su deseo sobre mí. Y eso me excita. Y él lo sabe. Estoy mojada y cada vez más, además de que le deseo tanto, tanto. 
Trato de concentrarme en lo que estoy haciendo aunque me cueste. Y pasado unos minutos, mi Amo vuelve a darme una orden: 
— Abre bien esas piernas, bájate las braguitas y enséñame tu coñito húmedo. 
Obviamente y de nuevo, obedezco, me separo un poco de la mesa, abro las piernas, me subo la falda hasta la cintura, bajo mis braguitas y le muestro mi sexo húmedo y hambriento. 
— Acaríciatelo, putita. 
Y lo hago, me acaricio, busco mi clítoris y los acaricio, marco círculos sobre él y todo mi cuerpo se estremece. 
— ¿Te gusta, putita? — me pregunta mi Amo. 
— Sí Señor. 
— Ahora metete un dedo y lo dejas ahí un rato — me ordena. 
Lo hago. Todo mi cuerpo se estremece. Cada vez estoy más caliente, le miró, le reto con la mirada. El me mira, se moja los labios con la lengua, sé que él también me desea. Pero obviamente, tiene sus planes. 
— Sácalo y sigue acariciándote. 
Obedezco, estoy tan excitada que sé que si sigo acariciándome tendré un orgasmo. Amo Grey también lo sabe y por eso me ordena: 
— Tápate putita y vuelve a tu trabajo. 
Me tapo, me siento y trato de volver a lo que estaba haciendo, pero obviamente, me cuesta concentrarme. Estoy excitada y deseo más que nunca que mi Amo calme este hambre que tengo de él. 
Pasados unos 20 minutos de nuevo me mira y me dice: 
— Ve al baño y me esperas allí, con la luz apagada y la puerta cerrada. Daré tres golpes cuando llegué, ábreme. 
— Si señor — Le digo y me dirijo al baño. 
Espero en la oscuridad. Y al poco rato, escucho tres golpes en la puerta. Es él sin duda. Abro la puerta y dejo que entre. Amo Grey cierra la puerta con el pestillo. Me besa en la boca, luego me pone de espaldas a él y de cara al lavamanos, frente al espejo, pero al estar a oscuras no puedo ver nada. Me sube la falda, baja mis braguitas de un tirón y se incrusta en mi culo. Besa mi cuello, acaricia mis tetas subiendo la blusa, pellizca mis pezones y gimo. Estoy a mil. 
— Abre bien las piernas, puta — me ordena. Y yo obedezco.

Oigo la cremallera de su pantalón bajando, todo mi cuerpo se estremece. Tira de mi cadera para acomodarme en un ángulo de 90 grados, de modo que mis tetas quedan dentro del lavamanos y yo apoyada sobre el grifo, restriega su hinchada verga por mi humedad. Gimo. La quiero dentro y la quiero ya, pero él se hace esperar un poco más. No puedo más, estoy a mil, y lo deseo tanto. Siento que empuja con su glande dentro de mí y finalmente me penetra. Gimo, casi grito al sentirlo. Luego empieza a moverse, dentro y fuera, dentro y fuera, y lo hace durante unos minutos que se me antojan pocos al final cuando siento que se corre y yo  no he podido llegar, porque él muy sabiamente, ha sabido controlar para que yo no me corriera. Se aparta, mientras yo siento la frustración de no haber conseguido lo que tanto deseaba. Me besa de nuevo en el cuello y sale del baño. 

martes, 8 de junio de 2021

ESA PRIMERA VEZ


 Pues si, como hace poco os contó mi sumisa, las botas de caña alta me vuelven loco. Es mi fetiche. Recuerdo la primera vez que la vi con unas puestas. Entonces aún no éramos ni novios ni nada, sólo jefe y secretaria. Ahora parece que haga mil años y tampoco hace tanto. 

Llegó a la oficina con una minifalda que le llegaba justo por debajo del culo y las botas de caña alta. Estaba realmente cañón, recuerdo que aquel día me la imaginé mil y una veces, desnuda para mí y con solamente las botas puestas. 

Si en aquel entonces hubiera sido mía, probablemente me la hubiera follado encima de la mesa de mi despacho. Fuerte, duro, metiéndole la polla hasta el fondo, mientras ella desnuda me daba la espalda y el placer de poseerla. 

Obviamente, después hemos llevado a cabo esa fantasía o deseo, no sé como llamarlo. Pero si puedo decir que fue maravilloso. La primera vez que la tuve para mí sólo, desnuda y con sus botas de caña alta, buff, fue maravilloso. No podía creer mi suerte, y me costó un mundo no lanzarme sobre ella y follarla. Así que por eso, ahora, siempre que puedo, le ordenó que se ponga las botas de caña alta, y jugamos. 

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