lunes, 27 de julio de 2020

AFTERCARE ¿ES NECESARIO?

Bueno, he decidido reestructurar un poco el blog y volver a reeditar los post que tenía en mi antiguo blog en Wordpress. Así están más visibles y accesibles y quien no haya podido leerlos antes puede hacerlos aquí. No estarán en orden cronológico pero creo que eso carece de importancia. Empiezo con un post que creo es importante sobre el Aftercare. 

Como siempre buscando información en los blogs de BDSM que existen por este universo de internet, he encontrado un tema que creo que es interesante. 
El blog era DEBATES BDSM y el tema hablaba sobre el Aftercare, si es necesario o no. Desde mi experiencia y mi punto de vista como sumisa, creo que si, que es totalmente necesario, sobre todo después de una sesión, llamemosle dura, llena de sensaciones donde la sumisa se siente abrumada por todas esas sensaciones que ha tenido, que su Amo le ha provocado. 
El Aftercare es un momento maravilloso y muy intimo entre Amo y Sumisa, para mi es algo mucho más intimo que una sesión, más intimo que el momento del sexo incluso. En ese momento, toda mi atención está concentrada en mi Amo y la suya en mí, en ese momento, él me cuida, se preocupa por mí y yo me siento segura entre sus brazos, con sus cuidados. No sé, las sensaciones que tengo en ese momento son difíciles de explicar para mí. Pero realmente mi Amo y yo alcanzamos una fuerte unión en ese momento. Es un momento en el que no cabe nadie más y no existe nadie más, estamos solos Mi Amo y yo, sintiéndonos, amándonos, siendo el uno parte del otro. Para mí el aftercare es algo básico, necesario y liberador para ambos. 

sábado, 25 de julio de 2020

EL TRONO

- Hoy tengo algo para tí - me dice Amo Grey, cuando llegamos al club.
- ¿Y que es? - le pregunto curiosa.
- Luego lo sabrás - me dice.
Tomamos una copa, él un poco de coñac, yo prefiero un vino blanco. Esos nos achispa y enseguida empezamos a coquetear el uno con él otro. Hasta que Amo Grey, toma las riendas de la situación y cogiéndome de la mano me lleva hasta la mazmorra que alquilamos de vez en cuando para jugar.
- Cierra los ojos - me dice antes de que entremos.
Obedezco y entramos. Él me lleva y me dirige. Nos paramos, calculo que debemos estar en medio de la sala, aunque en realidad, soy muy mala para orientarme cuando voy a ciegas.
- Abre los ojos.
De nuevo obedezco y frente a mí veo una silla que más que una silla parece un trono. Es de madera hermosamente tallada. Y el asiento y el respaldo de terciopelo rojo.
- ¿Qué es esto? - le pregunto sin entender demasiado bien para que nos va a servir.
- Se llama el trono de la puta. Y obviamente, la puta será tú. Así que este es tu trono - Me explica.
- Y ¿Cómo se supone que debemos usarlo? - le pregunto.
- Hoy estás muy preguntona. Desnúdate - me ordenó.
Obedecí y me desnudé.
- Ahora siéntate sobre la silla.
Lo hice. Y entonces Amo Grey, tomó mis piernas y me las abrió colocando cada una de ellas por encima de los brazos de la silla. Sacó una cuerda y me las ató por los tobillos, pasando la cuerda por debajo de la silla, de modo que mis piernas quedaron abiertas y no podía cerrarlas. Después, cogió mis brazos, saco otra cuerda, esta vez una más pequeña y me ató los brazos por detrás del respaldo de la silla. Estaba abierta y totalmente expuesta para él.
- Bien, ahora ya puedo jugar con mi puta - declaró, haciendo que me estremeciera. ¿Qué juegos habría ideado para mí Amo Grey?

viernes, 24 de julio de 2020

EL CAMBIO DE MARCHAS

Me encanta ver como Sumisa Lee se masturba, es algo sublime y sé que, además a ella eso le da un poco de reparo, no le gusta que la mire, porque para ella es un acto muy íntimo. Por eso el otro día en que cometió un pequeño error, no se me ocurrió mejor idea que perdirle que lo hiciera. Pero no en cualquier lugar, ni en cualquier momento. Estábamos en el coche, cuando se me ocurrió la idea. Acababamos de llegar de una cena con unos amigos, y estábamos en el parking de nuestro edificio, era tarde, más allá de la una de la madrugada. Yo sabía que mi sumisa no llevaba ropa interior, pues es una de sus normas, siempre que salimos debe ir sin ropa interior debajo. Iba a salir del coche cuando la detuve diciéndole:
-Antes de que salgas del coche, tienes un castigo que realizar. 
- ¿Aquí, ahora? - me preguntó extrañada. 
- Sí, ahora y aquí. Quiero que te masturbes con el cambio de marchas. 
- ¿Quéee? - dijo sorprendida, mientras yo sacaba un condón de mi bolsillo y lo ponia sobre la palanca de cambio. 
Me puse en el asiento trasero del coche, dándole espacio para que pudiera acomodarse en la parte delantera. Vi como se subía el vestido, y como se colocaba frente a la palanca de cambios. Me miró con cierto desaire, haciendo evidente que aquello no le gustaba ni en lo más mínimo. Pero me obedeció, se rozó ligeramente primero contra la palanca, hizo que esta rozara su clítoris y vi como, tanto su sexo como la palanca empezaban a humedecerse. 
- Muy bien, lo estás haciendo muy bien putita. 
Supongo que por el roce, o porque realmente la situación le excitaba empezó a gemir y a rozarse más rápido sobre la palanca de cambios. 
- Métetela dentro - la animé. 
- No, Señor - dijo ella, poniéndose roja como un tomate. Realmente la situación le incomodaba y avergonzaba. 
- Haz lo que te digo o subiremos a casa por las escaleras, y tendrás que ir desnuda y atada a la correa - la amenacé. Cosa que funcionó ya que se deslizó sobre ella, haciendo que la empuñadura entrara dentro de su mojadito sexo.
Aquello hizo que mi pajarito despertara, aunque ya llevaba un rato un tanto revolucionado. Entonces, Sumisa Lee me miró a los ojos y como si eso le hubiera dado fuerza, empezó a moverse encima de ella, haciendo que la empuñadura entrara y saliera de ella, follandola. No tardó en empezar a gemir y sentir placer. Lo veía en su expresión y sabía que si seguía follandose con la palanca, acabaría corriéndose, así que le dije: 
- Basta. Ven aquí.
Yo estaba duro como una piedra. Me desabroché el pantalón, saqué mi polla y tiré de mi sumisa hacía mí, sentándola sobre mi verga. Gritó cuando entré en ella, y luego se dejó llevar, ella sabe muy bien, que me gusta ser yo quien controle, así que la sujeté fuerte, abrazándola y empujé fuerte una y otra vez hasta que tanto ella como yo alcanzamos el orgasmo. Tras eso, nos fundimos en besos y abrazos y nos quedamos abrazados un rato. Hasta que me di cuenta de que Lee se estaba durmiendo, así que la desperté y subimos a casa. 




miércoles, 8 de julio de 2020

ORGULLOSO DE MI SUMISA

Acaricio su cuerpo suavemente, de abajo a arriba, moviendo mis manos por sus caderas, su culo, luego sus tetas; mientras ella está atada del marco de la puerta. Lleva los ojos vendados, no puede ver nada, sólo sentir mis manos sobre su cuerpo. Tampoco puede decir gran cosa, hoy por primera vez, le he puesto un gag en la boca. Aún así oigo un suave gemido cuando paso mi mano cerca de su sexo. Es estremece bajo mis manos. Me alejo de ella, en busca de la fusta y siento como suspira por la decepción. Vuelvo a su lado, y paso suavemente la fusta por sus tetas, alrededor de sus pezones y ella es estremece, es una de sus zonas más sensibles, quizás por eso, primero le pego suavemente sobre ellos y luego un poco más fuerte. Lee se retuerce. Le pego suaves golpecitos sobre sus tetas, y poco a poco voy incrementando la fuerza de los golpes hasta que consigo que gima y se retuerza por el dolor. Desciendo con la fusta hasta su sexo. Y de nuevo, allí, le azoto, una vez y otra y otra, tratando de azotar sus labios vaginales, haciendo que se hinchen, me gusta que estén hinchados cuando la follo, porque así están más sensibles y le será casi imposible reprimir el orgasmo cuando se acerque. Dejo de azotarla entre las piernas y compruebo, acariciándola que sus labios estén lo suficientemente hinchados. Siento la emoción en sus gemidos, en sus movimientos. Introduzco un dedo en su vagina, luego otro, y los muevo, dentro y fuera. Su respiración se acelera, jadea. Cuando los saco deja de estremecerse. Me pongo un condón. Ella gime cuando siente mi sexo acariciando sus labios vaginales. Y entonces, la penetro, de modo improviso, sin que ella se lo espere. Gime, se retuerce excitada. Empujo, una, dos, tres veces, cada vez más rápido y fuerte y no tardo en correrme, y entonces me retiro justo antes de que mi querida Lee llegue a su orgasmo. La beso, la desato y le quito la venda de los ojos y el gag, diciendole:
- Muy bien, querida, lo has hecho muy bien.
Me siento orgulloso de mis sumisa.

sábado, 4 de julio de 2020

INSPECCIÓN

- Inspección señorita - me anunció Amo Grey a primera hora de la mañana, justo después de que me duchara y vistiera para ir a trabajar.
Suele hacerlo cada x tiempo esto de inspeccionar, es decir, comprobar si mi sexo está bien depilado, si hoy me he puesto la ropa correcta que a él le gusta, etc.
Él como siempre que toca inspección, me esperaba en el sofá del salón, perfectamente vestido con su traje y corbata, listo para ir a trabajar.
Me presenté ante él, sin la falda, sólo con medias, y la ropa interior, bueno en realidad, sólo el sujetador y liguero, ya que como sabéis, casi nunca o muy pocas veces llevo braguitas. Amo observó detenidamente y me dijo:
- Te toca ya depilación, pide cita para esta tarde - me dice.
- Sí, Señor.
- Ven aquí - me insta para que me acerque a él.
Obedezco y me situo entre sus piernas. Me mira y sin quitar sus ojos de mi vista siento como mete un par de dedos entre mis piernas, las abro un poco mientras él acaricia, moja sus dedos en mi humedad y luego los mete dentro, y gimo, sin apartar su vista de la mía, mueve sus dedos dentro y fuera de mí, una, dos, tres veces. Jadeo, me gusta, me excita. Finalmente saca sus dedos de mí, y sin dejar de mirarme los lame, los chupa, saboreando mis jugos. Se pone en pie frente a mí, sin dejar de mirarme a los ojos, pasa sus dedos por mis labios, esos que ha metido dentro de mí y luego a chupado, mientras dice:
- Eres deliciosa. Vistete, nos vamos en cinco minutos.
Me besa suavemente en los labios y se aleja hacía la cocina. Yo vuelvo a la habitación, estoy tan excitada que me siento tentada de acostarme sobre la cama y masturbarme, pero enseguida oído su voz desde la puerta que me dice:
- Ni se te ocurra, vístete y vámonos ya.
A veces me conoce más de lo que me conozco yo a mi misma y me sorprende adivinando lo que pienso. Pero eso le hace más atractivo para mí.