viernes, 24 de julio de 2020

EL CAMBIO DE MARCHAS

Me encanta ver como Sumisa Lee se masturba, es algo sublime y sé que, además a ella eso le da un poco de reparo, no le gusta que la mire, porque para ella es un acto muy íntimo. Por eso el otro día en que cometió un pequeño error, no se me ocurrió mejor idea que perdirle que lo hiciera. Pero no en cualquier lugar, ni en cualquier momento. Estábamos en el coche, cuando se me ocurrió la idea. Acababamos de llegar de una cena con unos amigos, y estábamos en el parking de nuestro edificio, era tarde, más allá de la una de la madrugada. Yo sabía que mi sumisa no llevaba ropa interior, pues es una de sus normas, siempre que salimos debe ir sin ropa interior debajo. Iba a salir del coche cuando la detuve diciéndole:
-Antes de que salgas del coche, tienes un castigo que realizar. 
- ¿Aquí, ahora? - me preguntó extrañada. 
- Sí, ahora y aquí. Quiero que te masturbes con el cambio de marchas. 
- ¿Quéee? - dijo sorprendida, mientras yo sacaba un condón de mi bolsillo y lo ponia sobre la palanca de cambio. 
Me puse en el asiento trasero del coche, dándole espacio para que pudiera acomodarse en la parte delantera. Vi como se subía el vestido, y como se colocaba frente a la palanca de cambios. Me miró con cierto desaire, haciendo evidente que aquello no le gustaba ni en lo más mínimo. Pero me obedeció, se rozó ligeramente primero contra la palanca, hizo que esta rozara su clítoris y vi como, tanto su sexo como la palanca empezaban a humedecerse. 
- Muy bien, lo estás haciendo muy bien putita. 
Supongo que por el roce, o porque realmente la situación le excitaba empezó a gemir y a rozarse más rápido sobre la palanca de cambios. 
- Métetela dentro - la animé. 
- No, Señor - dijo ella, poniéndose roja como un tomate. Realmente la situación le incomodaba y avergonzaba. 
- Haz lo que te digo o subiremos a casa por las escaleras, y tendrás que ir desnuda y atada a la correa - la amenacé. Cosa que funcionó ya que se deslizó sobre ella, haciendo que la empuñadura entrara dentro de su mojadito sexo.
Aquello hizo que mi pajarito despertara, aunque ya llevaba un rato un tanto revolucionado. Entonces, Sumisa Lee me miró a los ojos y como si eso le hubiera dado fuerza, empezó a moverse encima de ella, haciendo que la empuñadura entrara y saliera de ella, follandola. No tardó en empezar a gemir y sentir placer. Lo veía en su expresión y sabía que si seguía follandose con la palanca, acabaría corriéndose, así que le dije: 
- Basta. Ven aquí.
Yo estaba duro como una piedra. Me desabroché el pantalón, saqué mi polla y tiré de mi sumisa hacía mí, sentándola sobre mi verga. Gritó cuando entré en ella, y luego se dejó llevar, ella sabe muy bien, que me gusta ser yo quien controle, así que la sujeté fuerte, abrazándola y empujé fuerte una y otra vez hasta que tanto ella como yo alcanzamos el orgasmo. Tras eso, nos fundimos en besos y abrazos y nos quedamos abrazados un rato. Hasta que me di cuenta de que Lee se estaba durmiendo, así que la desperté y subimos a casa. 




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