viernes, 18 de septiembre de 2020

BAJO EL VESTIDO


Me gusta Amo Grey porque siempre me sorprende con algo nuevo, y eso hace que nuestra relación sea sorprendente y que nunca sepa que debo esperar. Y eso lo digo porque no hace muchos dias, se le ocurrió algo que no habíamos hecho antes. 
Nos levantamos por la mañana, me duché y antes de que me vistiera Amo Grey me dijo: 
- Ven aquí preciosa, tengo un nuevo juego para tí hoy. 
Me acerqué hasta él, tenía una cuerda de algodon entre las manos, que parecía bastante larga. 
- Vas a llevar esto debajo del vestido, hoy. Nada más solo esto - me dijo, empezando a enredar las cuerdas alrededor de mi cuerpo. 
Las enredó, por mi torax, por debajo de mis pechos, luego por encima, enmarcandolos, luego descendió hasta mi sexo, haciendome abrir las piernas, enredó la cuerda alrededor de mi sexo enmarcandolo, cuando terminó, me ordenó: 
- Camina hacía la puerta y vuelve. 

Obedecí caminando hacía la puerta y sintiendo como la cuerda rozaba mi sexo produciendome cierto placer. 
- Muy bien ¿cómo se siente? - me preguntó. 
- Un poco molesto pero agradable a la vez también,
- ¿Te excita? 
- Sí, un poco, 
- Bien, vistete. Cuando volvamos por la noche te lo quitaré, 
- Sí Señor. 
Así pues, pasé el día con la cuerda anudada a mi cuerpo, debajo del vestido. Fue un día diferente y peculiar. A ratos me sentía bien, era agradable y me causaba cierto placer, pero a ratos era un tanto insoportable, incluso doloroso sentir las cuerdas rozando mi sexo. Eso sí, me hacían recordar continuamente que aquello era un juego de mi Amo, y que lo hacía porque era suya, porque le gustaba verme sufrir y gozar a partes iguales. 
Cuando volvimos a casa y llegó el momento de quitarme las cuerdas, yo estaba a mil, el roce de la cuerda en mi sexo, el pellizco que me había producido en él, hacia que estuviera sensible y excitada. Amo Grey me preguntó que sentía, que había sentido y se lo conté. Le dije que durante todo el día, me había sentido excitada e incomoda a partes iguales y que sentir el roce de las cuerdas, había hecho que no pudiera dejar de pensar en él y en que era suya. 
- ¿Y ahora como te sientes? 
- Excitada, sensible. 
Rozó mi sexo con sus dedos y me estremecí. 
- Bastante sensible, por lo que veo - señaló. 
- Sí, Señor. 
- ¿Quieres que te folle? - me preguntó. 
- Sí, Señor, me gustaría, si tú quieres. 
Y lo hicimos. Fue muy sensitivo y maravilloso. 

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