martes, 20 de octubre de 2020

LA SILLA

Siento mis braguitas tan húmedas, y tantas ganas en mi cuerpo de que me poseas, que no sé si seré capaz de soportar más torturas. Llevó ya una par de horas atada a la silla, abierta y excitada como nunca, como siempre. Sabes como me gusta ser tu puta, como me gusta que me tortures, como me gusta sentir que soy tuya. Estar a tu merced y a tu disposición me llena por completo. 


Verdaderamente, creo que la idea de alquilar la casita de la montaña fue una muy buena idea. Los fines de semana allí, son maravillosos, pasamos todos los fines de semana jugando en la casita, sin que nadie nos moleste. Amo Grey como siempre, trata de que experimentemos y vivamos nuevas situaciones, nuevos momentos. Como este de la silla que he empezado a contar. Amo Grey me ató a la silla, con las piernas bien abiertas, desnuda. Primero me acarició por completo, para ir calentándome, luego empezó a pellizcar y tirar de mis pezones. Dolió, porque además tiró fuerte, le gusta hacerlo, tirar fuerte de mis pezones y hacerme gritar. Que le mire con cara de dolor, suplicándole que pare con mis ojos. Luego hizo lo mismo con mis labios vaginales, tiró de ellos haciendo que me dolieran. Y entonces, se alejó un rato, dejándome en la silla, adolorida, pero a la vez excitada. Podía sentir mi sexo húmedo, muy húmedo, cada vez más. Precisamente, a los pocos minutos, Amo Grey se acercó a mí y me dijo: 

- Mira que guarra eres, estás dejando la silla perdida con tus juguitos de puta. 

Pero lo curioso es que esas palabras me excitaron aún más. Amo Grey tenía todos los juguetes dispuestos sobre la mesa del comedor a unos metros de mí y de la silla. Vi como se acercaba a ellos, y elegía uno. El consolador mediano. Lo acercó a mi boca y me ordenó: 

- Chúpalo. 

Obedecí y luego lo llevó hasta mi sexo, y empezó a meterlo en mi sexo, despacio, poco a poco, para luego, sacarlo despacio y poco a poco de nuevo. Estuvo así un minuto hasta que empecé a suplicarle. 

- Señor, por favor. 

- ¿Qué quieres? - me preguntó. 

- Mas deprisa - acerté a decir por fin. 

Pero en lugar de hacerme caso, lo sacó. Dejándome con las ganas. Acarició entonces mi clítoris con un par de dedos y me estremecí. Luego, se alejó de nuevo, se sentó en el sofá que estaba frente a mí y estuvo durante un rato allí sentado, observándome, acariciándose su sexo, que estaba duro y grande o al menos lo parecía, dentro de sus pantalones. Lo sacó y se acercó a mí de nuevo, acercándolo a mi boca y ordenándome: 

- Chupa, puta. 

Abrí la boca y sentí como introducía su polla y empecé a chuparla, a saborearla. Delicioso manjar saboree tan bien como supe, hasta que Amo Grey me ordenó que parara. Se dirigió a la mesa y cogió un consolador. Lo encendió y lo acercó a mi clítoris, y empezó a moverlo, a apretarlo contra mi clítoris, causándome oleadas de placer que me hacían estremecer. Y cuando sentía que estaba cerca del orgasmo, paraba, lo alejaba de mi sexo y me dejaba descansar unos minutos. Hasta que cuando ya no podía más, paró, guardó todos los instrumentos, me desató de la silla y me dijo: 

- Date una ducha fría y vamos a cenar. 

Fin del juego. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario